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El humo en Rosario y sus efectos en la salud de los niños

El humo en Rosario y sus efectos en la salud de los niños

La quema de pastizales que se viene produciendo en los últimos meses en las islas frente a la ciudad de Rosario y localidades vecinas condiciona a que la atmósfera se vea contaminada con múltiples sustancias que provocan irritación de la piel y mucosas, que son las estructuras del organismo en contacto directo con el medio ambiente.

Las partículas que se ven suspendidas en el aire y que se depositan en las superficies corresponden a las cenizas del material orgánico incinerado pero además de las mismas existe una contaminación del aire por gases extremadamente tóxicos e irritantes principalmente monóxido de carbono, amoniaco, benceno, óxidos nitrosos, fosgeno y otros.

Las mediciones realizadas a través del Grupo Calidad de Aires del Instituto Tecnológico de Diseño e Innovación, la Plataforma Ambiental y el Observatorio Ambiental de la UNR, han mostrado que ante los focos ígneos en las islas, los valores han superado más de 5 a 6 veces lo admitido por ley.

Se denomina PM10 a pequeñas partículas sólidas o líquidas de polvo, cenizas, hollín, partículas metálicas, cemento o polen, dispersas en la atmósfera, y cuyo diámetro aerodinámico es menor que 10 micras (equivale a una milésima parte de un milímetro). Las partículas finas y ultrafinas que son las respirables de PM 2,5 alcanzan los alvéolos pulmonares; lugar donde se produce el intercambio gaseoso en la respiración y de allí pueden pasar a la sangre, causando efectos nocivos en otros órganos.

Los síntomas generados por la quema de pastizales, no sólo comprometen a aquellos que presentan alguna enfermedad de base, sino que también afectan a niños y adultos sanos; pero las sustancias irritantes causan un daño mayor en aquellas personas que padecen una patología de base como puede ser asma, alergias, enfermedad pulmonar crónica, fibrosis quística o cardiopatías; muchas de estas condiciones generan por sí mismas una situación basal de inflamación del aparato respiratorio. Si a ello se suman agentes que potencian el proceso se produce una situación que podría graficarse con la frase “encender un fósforo en una montaña de paja seca”.

En niños particularmente el potencial daño es mayor ya que cuanto más pequeño es el mismo respira más veces por minuto a diferencia de un adulto, lo cual representa que ingresen más partículas dañinas en el mismo lapso de tiempo. Además el crecimiento y desarrollo del pulmón y la vía aérea continúa hasta la adolescencia, momento en el que se completa la misma por lo tanto es más vulnerable a exposiciones ambientales adversas.

Como consecuencia de lo arriba mencionado los afectados presentan síntomas que alteran su calidad de vida con una intensidad variable para cada individuo, pero que en ciertos casos el compromiso llega a tener una severidad que requiere internación del paciente si no hubo una consulta temprana.

Los enfermos que concurren a nuestros consultorios aquejados por esta situación muestran claros signos de irritación de la vía aérea por el humo tales como:

  • Ardor en los ojos
  • Irritación en la garganta
  • Congestión nasal
  • Dolores de cabeza
  • Tos
  • Dolor de pecho
  • Dificultad para respirar normalmente
  • Sibilancias (chillido)
  • Crisis de broncoespasmo, laringitis y asma

Muchos pacientes que han sufrido molestias leves, dada la situación actual de COVID-19, no consultan o resuelven sus dudas por vía telefónica, lo que obviamente genera un claro sub-registro de la magnitud real de este problema.

Ante esta situación proponemos las siguientes medidas de prevención:

  1. Mantener el espacio interior del hogar (aire interior) lo más limpio posible. Si bien siempre aconsejamos ventilar bien los ambientes, esto debería efectuarse en momentos dónde percibamos que el olor a humo es nulo o mínimo, tratando de mantener cerradas las puertas y ventanas el resto del día. No usar chimeneas, leños de gas o velas y no fumar en interiores.
  2. Limitar el tiempo que pasamos en exteriores y evitar hacer ejercicio al aire libre ante la presencia de humo.
  3. Mantener hidratadas las conjuntivas, mucosa nasal y bucal si se tiene sensación de sequedad.
  4. Si tiene síntomas de una enfermedad pulmonar o cardiaca que pudieran estar relacionados con la exposición al humo o partículas, incluyendo tos persistente, falta de aire o dificultad para respirar, chillido, dolor en el pecho, palpitaciones, náuseas o fatiga inusual o mareo, comuníquese con su médico.

Las recomendaciones están dirigidas a realizar la consulta temprana para poder diseñar con en el neumonólogo de cabecera las estrategias destinadas a evitar dentro de lo posible tomar contacto con el humo y que el mismo valore la necesidad de utilizar medicación para limitar la inflamación del órgano comprometido.


Recomendaciones realizadas por médicos neumonólogos infantiles del Sanatorio de Niños de Rosario.

Dra. Estefanía Bargiacchi | Dr. Gastón Bolognese | Dra. Laura Razovich | Dr. Fernando Vila | Dr. Juan Zatt.